jueves, 20 de septiembre de 2007

La voz de Dios


Yo adivino el parpadeo
, de las luces que a lo lejos, van marcando mi retorno.

Son las mismas que alumbraron, con sus pálidos reflejos, hondas horas de dolor.

Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve, al primer amor.

La vieja calle, donde me cobijo, tuya es su vida, tuyo es su querer.

Bajo el burlón, mirar de las estrellas, que con indiferencia, hoy me ven volver.

Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien.

Sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada,
que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra.

Vivir, con el alma aferrada, a un dulce recuerdo, que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro, con el pasado que vuelve, a enfrentarse con mi vida.

Tengo miedo de las noches, que pobladas de recuerdos, encadenen mi soñar.

Pero el viajero que huye, tarde o temprano, detiene su andar.

Y aunque el olvido, que todo destruye, haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida, una esperanza humilde, que es toda la fortuna
de mi corazón.

Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien.

Sentir, que es un soplo la vida
que veinte años no es nada
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.

Vivir
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez.

Hay un dicho popular argentino que dice que si Dios cantara tangos tendría la voz de Carlos Gardel, estoy totalmente de acuerdo, me sorprende comprobar que aún con una calidad ínfima derivada de grabaciones de hace muchas décadas es uno de mis cantantes favoritos.

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